Crónica Hipnosis 2021: psicodelia de alto vuelo y el regreso de los festivales en México

El festival Hipnosis 2021 no sólo significaba el regreso de los festivales en Latinoamérica sino la posibilidad de ver a excelentes bandas *de nicho* tocando en vivo, al fin liberadas de su reciente encierro en los playlists de Spotify, donde parecía, vivirían para siempre. El nicho en cuestión es el garage/surf/psicodelia/stoner y el punto de encuentro entre lo más pesado y lo más pop de la cartelera fue la psicodelia, omnipresente hilo conductor del Festival.

:::LINEUP 2021:::

Desde que salió el cartel de la cuarta edición del Hipnosis 2021, a realizarse en la ciudad de México, a inicios de Noviembre de 2021, fue como salir de un estupor. El anuncio de que bandas como La Femme, La Luz, Sugar Candy Mountain, Tonstartssbandht o Fuzz iban a tocar en Latinoamérica era como un sueño hecho realidad y un amable recordatorio de que no todo lo que existe habita en lo digital.

También sería la oportunidad de conocer excelentes bandas mexicanas como Diles que no me maten, Acty, Los Dug Dug’s, Lorelle meets the obsolete, Mind Field, Mengers y más.

En un hermoso día de sol, llegamos a los Quarry Studios, enorme y enigmático agujero en el sur de la ciudad, ideal para el evento. Nos recibieron un avión abandonado y las medidas de bio seguridad. Los horarios andaban ligeramente descolocados así que entramos al ruedo, sin más.

El trío mexicano Amparo Carmen Teresa Yolanda, conocido también como ACTY por sus siglas, fue quien se encargó de darnos la bienvenida con su noise, shoegaze y krautrock juvenil y relajado. Los asistentes iban llegando, el sol pegaba duro y los solos de guitarra con delay anunciaban una reducción de la conciencia periférica.

Precisamente esa línea siguieron los hermanos White del dúo Tonstartssbandht, quienes a punta de guitarra drone, batería prolija y excelentes arreglos a dos voces nos llevaron por un río de improvisaciones psicodélicas y pop experimental sin nunca detenerse. Teníamos la expectativa de escuchar esa Danelectro de 12 cuerdas y oír su clásico *Black Country*. Los estadounidenses no decepcionaron.

En el escenario interior llamado Hipnosis tocaba la leyenda del garage rock Ty Segall un set acústico en el que sus seguidores no se perdieron ni una nota ni una palabra. Un par de horas después, Ty cambiaría la guitarra por las baquetas, pero antes fuimos corriendo de regreso al escenario prinicipal, llamado Cucapá porque…

Ty Segall / Foto: Hipnosis

Había llegado al fin el momento de ver a La Luz. Conocidas por su *surf noir* y triperas armonías vocales, fue un momento emocionante en el Festival. Elegantes y enfocadas, arrancaron con algunas de su nuevo disco, entre estas la genial *In the country*. Fue en la mitad de su set, mientras caía la tarde, que prendieron las luces y se comenzó a prender la cosa, justo a tiempo para la esperada *Call me in the day*, cuya performance incluye un pequeño baile sincronizado y sonrisas cómplices. Mucha intimidad y también momentos musicales abstractos que invitaban a viajar gracias a los buenos teclados vintage de Alice Sandahl y la guitarra surf de la vocalista Shana Cleveland. Sin duda un sueño hecho realidad para muchos.

La Luz / Foto: Humberto Campodónico

Se hizo la noche y los visuales líquidos, estilo San Francisco 1967, de Lance Gordon inundaron el escenario y hasta las murallas del recinto.

Sugar Candy Mountain define su música como *Brian Wilson tomando ácido en Brasil para grabar con Os Mutantes y Flaming Lips* y eso los resume bastante bien. Se trata de un muro de sonido de pop psicodélico con guitarras surf y fuzz que recuerdan a los Growlers. Iniciaron su presentación con su cover de Air, una versión muy cool de *Playground Love* que hacen completamente suya, gracias a la delicada voz de Ash Reiter, los teclados de Will Halsey y ese sonido particular del bajo de madera. Los Sugar Candy hipnotizaron al público con pasajes instrumentales como en *Windows* y ofrecieron una interpretación perfecta de su hit *666*.

Candy Sugar Mountain / Foto: Hipnosis

Tocaba recargar energías para lo que se venía. En el área de comidas, nos esperaban los aptamente llamados *tacósmicos* que me recordaron a los sánguches de un antiguo bar
metalero limeño, el Pan-demonio. Pero había más: esquites (elote en vaso), pizzas, mini hamburguesas y empanadas, todo muy rico para los que preguntan. Le tocaba su turno a los mexicanos Diles que no me maten, banda que estaba en boca de muchos. Toman su nombre de un cuento de Juan Rulfo y remiten un poco a la banda argentina Dios, al combinar poesía y rock. Su último disco tiene menos de John Cale y es más un bosque encantado de post rock. Cuando tocaron *La vida de alguien más* la música me llevaba por un lado y las palabras por otro pero en un momento se encontraron: cuando vuelve el riff de bajo inicial y todo cobra sentido, y recién noto el sinte que estuvo todo este tiempo tocando lo mismo, y no se cansan las palabras:

Y ella mira el celular
Los mejores momentos de la vida
La vida de alguien más
Para distraer ese dolor
Que la vida empieza hoy

Diles que no me maten / Foto: Hipnosis

No sé bien qué hizo Lorelle meets the obsolete pero lo hizo excelente. El dúo mexicano y banda lucieron muy seguros y como traídos de otro planeta, donde las convenciones del rock son ligeramente distintas a la Tierra. Avant pop y encantaciones meditativas, pero con mucho ritmo y noche, Lorelle nos voló la cabeza.

Lorelle meets the obsolete/ Foto: Hipnosis

El escenario Hipnosis, de por sí una caja gigante se convirtió en máquina del tiempo gracias al set de rock puro de Los Dug Dug’s únicos sobrevivientes del Avandaro de 1971, el mítico *Woodstock mexicano*. Fue un verdadero encuentro de generaciones y un pendiente realizado. Solos de guitarra Flyng V, flauta y actitud rockera original dejaron a todos encantados.

Los Dug Dug’s / Foto: Hipnosis

Iba a empezar Fuzz y quisimos reponer energías un poco en las áreas de descanso pero nos tuvimos que parar e intentar llegar al centro de la acción en cuanto empezó a sonar la primera canción. *Nothing People* de su último disco *III*, hizo imposible el descanso, vibras de lo que sería Black Sabbath si fueran del 2021. Un sonido muy compacto con Ty Segall en la batería y compartiendo los vocales el guitarrista Charles Mootharp.

Fuzz / Foto: Humberto Campodónico

La Femme era de alguna manera el estelar y con justa razón. El sexteto francés ha lanzado tres estupendos discos desde el 2013 y el último, *Paradigmes* puede ser considerado el mejor. Refinando su visión de psych punk, cold wave, yéyé francés y surf electro en una placa con temática *western*, los integrantes uniformados de La Femme cantan, bailan y declaman detrás de una pared de sintes Nord rojos y no queda claro si todo es una gran broma o son el colmo de la elegancia lo cual aumenta el halo de misterio que proyectan. Arrancaron con *Paradigme*, que abre el nuevo disco y es un opener natural. *Cuando en la noche los paradigmas se borran, las máscaras caen, para celebrar el vacío y la locura*. Ya estaba. La fiesta estaba en lo más alto. Siguieron clásicos como *Sur la planche* y *Où va le monde*, en que pareciera que Serge Gainsbourg se lamentara (rapeando) sobre el deterioro de las relaciones humanas en general.

La Femme nos llevó en su recorrido por la excelente *Nouvelle-Orléans*, un trip hop que llega, vía *Cool Colorado*, France Gall, Brigitte Bardot, la nueva ola francesa hasta México, encarnada tal vez en la canción *El Jardín*, cantada en español, con vocales fantasmales como si Jeanette fuera de origen francófono y nos advirtiera casi en serio: *no esperes nada de la vida, pero si el sol aparece en tu ventana, no te pongas en la sombra*. Luego, Marlon Magnee hizo crowd surfing durante *Antitaxi* y siguieron dos canciones más en las que ya no había cansancio, se había pasado ese punto, y todos, el público y la banda bailaban sin esfuerzo, casi con un mismo gesto.

La Femme / Foto: Humberto Campodónico

El público estuvo feliz pero tranquilo, concentrado, tal vez agradecido de ver volver a la música en vivo, tal vez recordando a los que no pudieron estar. Se había cumplido el objetivo, un festival siempre es una promesa, de aventura, compartir y descubrimiento. Tal vez usamos polos (remeras) de bandas para reconocernos y existen apps de citas que te conectan por gustos musicales… Pero quedó demostrado lo obvio; que atender a un festival en la vida real es mejor.

En la carpa donde pasaban vinilos, la fiesta seguía o recién comenzaba y dicen los que se quedaron para Monolord que estuvo espectacular. Pero el riesgo de sobredosis de rock psicodélico era real y sólo atinamos a buscar el camino de regreso, despedirnos del avión y volver a la superficie.

Cobertura y Reseña: Humberto Campodónico
Festival: Hipnosis 2021
Fotos: Humberto Campodónico – Hipnosis Festival

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