Tal como se comentó desde que el cartel de Lollapalooza Chile 2016 fue anunciado a fines del año pasado, los platos fuertes convocados a una nueva versión en el Parque O’Higgins apuntaban a un público bastante particular: la llamada generación millennials, aquellos que crecieron en la primera década de este siglo, y que hoy se encuentran en el rango entre 15 y 30 años. Porque el festival apuntó con los gustos de este grupo etareo.
El sábado, la fanaticada millennial pudo disfrutar de Jack Ü, uno de los shows electrónicos más alucinantes que haya pasado por este lado del mundo. Aquella colaboración entre Skrillex y Diplo representa la tendencia mundial en esta generación, en una fiesta infinita, que no da espacio para la pausa, y siempre con una botella de agua en la mano. Tame Impala fue otro de los que llenaron el paladar millennial, con un impecable show cuando caía la tarde del primer día, partiendo con su sencillo Let It Happen.
Por otro lado, el domingo fue el turno de Florence + The Machine. Encabezados por su vocalista Florence Welch -quien podríamos decir, fue la reina de esta versión del festival por su calidad y desplante sobre el escenario-, hicieron un completo show en base a éxitos como Ship to Wreck y Shake It Out. Y en paralelo, los adolescentes también disfrutaban de los sudafricanos de Die Antwoord. Una agrupación que se corona como la revelación de LollaCL, fue el show más explosivo y ruputurista que pasó por esta edición, aunque en un inglés algo intentendible para los oídos latinoamericanos. El único punto impopular ocurrió cuando la vocalista Yo-Landi VISSer agradeció a Argentina en vez de Chile, ganándose los abucheos locales. Antes que eso, sobre uno de los escenarios principales también estuvieron los norteamericanos de Twenty One Pilots, quienes regalaron un refrescante indie pop cuando el termometro marcaba casi 30° de calor en la capital chilena. Y como no mencionar a Brandon Flowers, el vocalista de The Killers que aunque vino en plan solista, concedió unos guiños a su banda principal -con mencionar que el show comenzó con Human, éxito de la banda de Las Vegas-. Pasa algo raro con Flowers: sus composiciones en solitario suenan exactamente igual a The Killers, por lo que es inentendible que emprenda una carrera solista si no experimenta nuevos sonidos.
Para la generación sobre los 30, el gran artista invitado era Eminem. El rapero, largamente esperado por los chilenos, demuestra que está bastante vigente con sus más de 20 años de carrera. Sencillos como Lose Yourself y My Name Is lo consagraron como el plato fuerte para los mayores. Pero LollaCL también incluyó otros aristas para este target generacional: Niam Gallagher y su proyecto High Flying Birds desató la nostalgia por Oasis, produciendo un gran sentimiento entre el público cuando interpretó Champagne Supernova. Aunque demostró que jamás se igualará a la mítica banda británica en sociedad con su hermano. Bad Religion, con su punk ochentero, también fue otra de las bandas que apuntaba hacia un público mayor.
En cuanto a la experiencia del festival, no hubo muchas novedades con respecto a años anteriores, y sigue destacando la integración con personas con capacidades diferentes -tanto en movilidad como auditivas y visuales-. La única gran innovación fue la utilización de vasos reutilizables para los bebestibles -en desmedro de los vasos plásticos desechables-, como símbolo del sello sustentable que le da la organización.
En conclusión, fue un año de inflexión para LollaCL. Apostó por un público mayoritariamente sub 30, aunque sin descuidar un grupo etareo mayor con artistas ciertamente consolidados, pero que no vienen en la cresta de la ola en cuanto a popularidad. Resta ver en las ediciones siguientes si el festival vuelve a sus raices más rockeras, o definitivamente la generación millennial impuso ya sus gustos y estilo en este gran encuentro musical del año.
Por Cristóbal Pineda para @yoconciertos / Foto por: Marcelo Hernandez @LotusProducciones